El silencio de Veracruz•Nadie busca a los menores.
Luis Velázquez/ Escenarios
El tercer procurador de Justicia de Veracruz ha reconocido de manera oficial 665 desaparecidos por levantones, secuestros, ajustes de cuentas entre bandas delincuenciales y detenciones arbitrarias en Veracruz.
Y de esa cantidad, 144 son menores, como si de plano Veracruz se pareciera a Nigeria, donde más de 300 niñas fueran secuestradas y que llevara a la actriz internacional Salma Hayek a protestar en un evento en Hollywood.
Las marchas y protestas y litigio médico de los familiares de los desaparecidos y ONG se han centrado en las mujeres y en los hombres.
Pero nadie, a la fecha, ha abanderado la causa de los 144 menores desaparecidos.
Y aun cuando, obvio, despertara la indignación ciudadana, se trata de una parte minúscula porque ni siquiera, vaya, en los plantones las fotos de los niños han sido mostradas, cuando, y en contraparte, las fotos de las mujeres aparecen hasta en espectaculares.
Y, bueno, si en los últimos tres años y medio han plagiado y desaparecido a 144 niños, algunos, quizá, adolescentes, resulta terrorífico que el llamado “delincuentes ajustando a otros delincuentes” según el secretario de Seguridad Pública, haya llegado a los niños.
Pero más, mucho más, con el silencio ominoso y patético del DIF, cuando los funcionarios suelen “cortarse las venas” asegurando que son el futuro de la patria.
II
Habría de preguntarse si la Procuraduría de Justicia tiene un expediente en proceso, rastreando pistas en cada nuevo amanecer, sopesando el avance semanal, logrando resultados en el caso de los 114 menores desaparecidos.
Habría de preguntarse si la Procuraduría de Justicia tiene un expediente en proceso, rastreando pistas en cada nuevo amanecer, sopesando el avance semanal, logrando resultados en el caso de los 114 menores desaparecidos.
Y, bueno, con el trato despectivo y humillante del titular de la SSP y del subprocurador de Justicia podrá decirse que la mayor parte de los niños fueron plagiados por alguno de los padres cuyo matrimonio ha fracasado y cada parte los disputa, llegando, incluso, al secuestro.
Otros, sin embargo, dirán que los niños fueron robados para el tráfico de carne humana, como ocurriera, por ejemplo, en el eje de la ruta de Costa Esmeralda, donde una señora fue ubicada como la roba-chicos e internada en el penal de Papantla, sin que hasta el día de hoy se conozca el desenlace.
También habrá quienes apuesten al robo de niños para el tráfico de órganos vitales.
Así, la autoridad diluirá el efecto y replicará diciendo que unos cuantos son, quizá, acaso, los secuestrados debido a la espiral inflacionaria de violencia a la alza.
No obstante, y ante la escasez de resultados, la duda, la perspicacia y la suspicacia queda clavada.
Atrás de cada uno de los 144 niños desaparecidos se encierra una historia de miedo y terror, de inseguridad y zozobra, el Veracruz apocalíptico que luego de los sexenios de Agustín Acosta Lagunes y Patricio Chirinos Calero nadie pensó volver a padecer.
III
En cada nuevo amanecer necesita preguntarse al gabinete de seguridad del gobierno de Veracruz el paradero y el destino de los niños desaparecidos.
Pero más aún, el avance logrado en la búsqueda, digamos con optimismo, de la posibilidad del encuentro.
El país y el mundo ya saben que Veracruz es el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril.
También que Veracruz es “el cementerio de migrantes más extenso de la nación”, al mismo tiempo que la peor entidad federativa para el paso de ilegales procedentes de América Central (Guatemala, Salvador, Honduras y Nicaragua).
De igual manera que hay cientos, miles quizá de familias con un hijo (mujer y hombre) secuestrados y desaparecidos.
Pero ¿y los 114 niños plagiados?
Lo peor del asunto es el silencio de los 50 diputados locales de Veracruz y los 21 legisladores federales y los 11 obispos y el arzobispo y los investigadores y académicos y una parte importante de los medios que en ningún momento se han detenido en reclamar y exigir la aparición de los niños.
Sus padres han de vivir el peor de los infiernos.
Y más porque sus niños raptados y desaparecidos lo han sido en dos ocasiones.
La primera, cuando fueran secuestrados.
Y la segunda, con el olvido.
En contraparte, el coronel Arturo Bermúdez Zurita, titular de la SPP, ha dicho ufano y glorioso: “No tenemos ningún problema grave”.
En cada nuevo amanecer necesita preguntarse al gabinete de seguridad del gobierno de Veracruz el paradero y el destino de los niños desaparecidos.
Pero más aún, el avance logrado en la búsqueda, digamos con optimismo, de la posibilidad del encuentro.
El país y el mundo ya saben que Veracruz es el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril.
También que Veracruz es “el cementerio de migrantes más extenso de la nación”, al mismo tiempo que la peor entidad federativa para el paso de ilegales procedentes de América Central (Guatemala, Salvador, Honduras y Nicaragua).
De igual manera que hay cientos, miles quizá de familias con un hijo (mujer y hombre) secuestrados y desaparecidos.
Pero ¿y los 114 niños plagiados?
Lo peor del asunto es el silencio de los 50 diputados locales de Veracruz y los 21 legisladores federales y los 11 obispos y el arzobispo y los investigadores y académicos y una parte importante de los medios que en ningún momento se han detenido en reclamar y exigir la aparición de los niños.
Sus padres han de vivir el peor de los infiernos.
Y más porque sus niños raptados y desaparecidos lo han sido en dos ocasiones.
La primera, cuando fueran secuestrados.
Y la segunda, con el olvido.
En contraparte, el coronel Arturo Bermúdez Zurita, titular de la SPP, ha dicho ufano y glorioso: “No tenemos ningún problema grave”.
Fuente: El Piñero de la Cuenca.