La hidroeléctrica privada El Naranjal despojará de tierras y agua a unos 30 mil campesinos e indígenas en Veracruz, y afectará a 56 especies animales y vegetales protegidas. Su negocio se centrará en la generación media anual de 676 gigavatios/hora para “autoabastecimiento” y para venta de excedentes a la Comisión Federal de Electricidad. Detrás de su construcción está el empresario Guillermo González Guajardo (hijo de Claudio X González), dueño de una red empresarial dedicada al desarrollo de proyectos energéticos que han desplazado a decenas de pueblos.
Por Nancy Flores.
Martes 26 de Marzo del 2013.
Amatlán de los Reyes, Veracruz. “A la mejor nos maten, como dicen. Pero si a fuerza van, a fuerza vamos”, afirma Juana León. Desde el corredor de su vivienda, la mujer explica que para los afectados –como ella– “no hay ninguna ganancia” con la hidroeléctrica privada El Naranjal. “Si llegamos a fracasar [en la resistencia pacífica], no hay de otra más que levantarse y hacer algo”.
A sus 75 años de edad, doña Juanita –como la conocen aquí en su comunidad, Congregación Guadalupe La Patrona– no cede ante la amenaza del proyecto de generación de energía que impulsa en esta entidad el empresario Guillermo González Guajardo, hijo de Claudio X González Laporte. “Yo por mí, lo mío no lo vendo”, afirma.
Integrante de Las Patronas (grupo de mujeres que brindan asistencia humanitaria a migrantes centroamericanos que viajan por tren), doña Juanita mira en derredor de su casa. Con ese recorrido señala las colinas que rodean el lugar. “Si llegan a hacer la hidroeléctrica, ¿a dónde vamos a quedar nosotros? Así, sentados, échenle un lente: cómo estamos, miren los cerros. ¿A dónde quedaríamos?, dentro del agua”.
En varias ocasiones, a doña Juanita y a su esposo los han visitado representantes de la hidroeléctrica para “convencerlos” de que vendan la tierra en la que nacieron y crecieron; donde ella parió a sus seis hijos y donde éstos, a su vez, tuvieron a sus 15 nietos. El territorio donde viven, siembran y donde descansan sus ancestros.
—¿A dónde se irían?
—A ningún lado. Al panteón solamente.
De acuerdo con el permiso oficial –emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el 8 de enero de 2010, con folio SGPA/ DGIRA.DG.0016.10–, la hidroeléctrica afectará una superficie de 93.31 hectáreas ubicadas en los municipios veracruzanos de Amatlán de los Reyes, Córdoba, Fortín, Ixtaczoquitlán, Cuichapa y Yanga. De ese total, 61.44 hectáreas (el 65.8 por ciento del territorio) requieren cambio de “uso de suelo”, por estar catalogadas como áreas forestales.
El saldo social del proyecto privado será de unos 30 mil campesinos e indígenas afectados, tanto por el despojo de tierras como por el del agua, señala en entrevista con Contralínea Francisco Rojas Palacios, integrante del Grupo Defensa Verde, Naturaleza para Siempre.
Aunado a esto, la Semarnat admite que se perjudicarán 40 especies de “fauna con relevancia para la conservación” (20, con estatus de protección; 15, sujetas a protección especial; cuatro, amenazadas; una, en peligro de extinción) y 16 especies protegidas de vegetación (12, con estatus de protección; cuatro, amenazadas).
De estas especies, los casos más graves son los del chiropterotriton chiropterus (una especie de salamandra), la orthogeomys lanius (tuza lanuda) y la dasyprocta mexicana (agutí negro), en inminente peligro de extinción y cuyo hábitat será destruido por la hidroeléctrica El Naranjal.
Éstas no son las únicas afectaciones medioambientales: la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas advirtió a la Semarnat que parte de la obra (una cortina) se localizará muy cerca de la poligonal del Parque Nacional Cañón del Río Blanco, decretado así el 4 de mayo de 1938.
Sin embargo, esto tampoco frenó el aval de la Secretaría a la hidroeléctrica. Sobre ese último punto, la Semarnat –que entonces encabezaba Rafael Elvira Quesada– observó que la cortina no representa riesgo alguno: “se ubica a aproximadamente 470 metros [sic] de distancia del área natural”.
El activista Rojas Palacios denuncia que el proyecto hidroeléctrico también acabará con la afluencia de dos ríos, el Blanco y el Metlac; a este último lo califica como de gran importancia, porque provee de agua a algunas comunidades de los municipios afectados. No obstante, para la Semarnat esto no es un peligro, pues ambos afluentes, asegura, están contaminados.
En el permiso federal se enlistan 10 obras sobre los ríos Metlac y Blanco, de las cuales destacan cuatro: el embalse de ambos a partir de su confluencia, la captación permanente de un caudal de 2 metros cúbicos por segundo, la construcción de un canal a cielo abierto de 22 kilómetros de longitud sobre la margen izquierda del Río Blanco y el alzamiento de la cortina derivadora de 9 metros de altura, a menos de medio kilómetro de la reserva natural protegida.
“Las obras de derivación consisten en construir, a 30 metros debajo de la junta de los ríos, una cortina de 9 metros de alto que va a inundar una zona de vegetación de 9 a 11 hectáreas, para aprovechar la gran depresión. Del lado izquierdo del río van a derivar el 95 por ciento de las aguas por un trayecto de 22 kilómetros, para llevarlas al cerro de San José de Gracia. Ahí hay unas depresiones naturales que van a servir para almacenar las aguas de este proyecto”, refiere Rojas Palacios.
El problema, indica, es el gran impacto ambiental. “Se van a afectar a varias poblaciones de los municipios de Fortín, Amatlán, Cuichiapa y Omealca. Éstas sí están contempladas dentro del proyecto, sin embargo hay daños que nosotros hemos detectado con trabajo de campo que no lo están: ellos comentan que van a dejar un caudal ecológico de 2 metros cúbicos por segundo, entonces al desviar esas aguas van a afectar a la población de Rincón Buenavista, porque ellos tienen un punto de alimentación de agua por filtración del Río Blanco. Es una población de aproximadamente 1 mil 500 o 2 mil habitantes que se van a ver afectados por la ausencia del Río Blanco”.
A pesar de los irreparables daños social y medioambiental que causará, Hidroeléctrica Naranjal, SAPI de CV, repartió volantes en los que insta a los pobladores de los seis municipios a decir “¡sí al progreso!”.
En la propaganda, la empresa de González Guajardo indica como “beneficios” la generación de energía que dejará supuestamente una derrama económica en la región, la creación de 400 empleos directos, el control de inundaciones y la provisión de un suministro de agua “más confiable y de más alta calidad”, entre otros.
Cuando los impulsores de la hidroeléctrica se refieren al desarrollo sustentable “tal vez hablan de sustentar su economía solamente y de la gran riqueza que se van a llevar; no del gran problema social, económico, cultural y en todos los aspectos en los que se va a ver afectada la población”, opina el activista ambiental Rojas Palacios.
“El desarrollo es una mentira. No es desarrollo, es una destrucción. Si lo fuera, pondrían algo de preparación para la juventud y la niñez y quitarían la maldita droga que está en todas partes. Eso sí sería desarrollo. Si no hubiera naturaleza, de dónde vamos a vivir. Eso de que quieren acabar con la humanidad no es desarrollo. Eso viene siendo como un principio de guerra”, señala doña Juanita.
Una guerra que previamente ha incluido amenazas. “Si no quieren vender el terreno, se pierde o se muere el esposo y después la viuda tiene que vender”, le espetó a doña Juanita uno de los representantes de Hidroeléctrica Naranjal, SAPI de CV, una tarde de 2011.
La mujer le respondió: “¿Qué dice? ¿Usted piensa que estamos durmiendo, que si se pierde o matan al esposo, la esposa se va a quedar con miedo y que su familia no va a pelear por su familiar? Matarán a uno, pero no a todos. Sabe qué, mejor lárguese y no vuelva a venir porque eso es una amenaza. Ustedes ni conocen a la gente de aquí”.
Los amedrentamientos contra los pobladores se multiplican. Hugo Guzmán Cuevas, integrante del Centro de Derechos Humanos Toaltepeyolo, refiere que amenazas similares a la que recibió doña Juanita son cada vez más frecuentes: “sí han habido y son muy directas, no son como para tomarlas a la ligera”.
Algunos afectados identifican al jefe del proyecto, el ingeniero Javier Tobías de la Rosa, como principal responsable de estos actos ilegales. Al respecto, Contralínea buscó conocer la posición del empresario González Guajardo y de sus representantes. Hasta el cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta.
(*Integrante de Regeneración Radio)
⇒ Parte I: Hidroeléctrica El Naranjal: despojo a 30 mil pobres
Parte III: La red empresarial
El proyecto hidroeléctrico privado El Naranjal violó el derecho a la consulta de las comunidades de seis municipios veracruzanos, considera el Tribunal Permanente de los Pueblos. Además, las empresas de Guillermo González Guajardo –hijo del empresario Claudio X González– habrían efectuado prácticas coercitivas para hacerse de algunos terrenos, denuncia el Tribunal
Amatlán de los Reyes, Veracruz. En la comunidad Congregación Guadalupe La Patrona no se sabe con exactitud cuántos afectados habrá por la construcción de la hidroeléctrica El Naranjal. El ejidatario Leonardo García sospecha que será uno, pero no tiene certeza de ello: sus vecinos empezaron a recibir las “visitas” de los representantes de Hidroeléctrica Naranjal, SAPI de CV; pero él, a pesar de tener su tierra en la misma zona, no.
“En realidad, a mí no me han buscado para nada los de la empresa; pero a muchos de los que están por ahí donde yo tengo mi terreno sí los anduvieron viendo los de la hidroeléctrica. Nadie ha vendido”, dice en entrevista para Contralínea.
Amatlán de los Reyes no es el único municipio que será afectado por la hidroeléctrica El Naranjal; también Córdoba, Fortín, Ixtaczoquitlán, Cuichapa y Yanga. El proyecto privado que impulsa el empresario Guillermo González Guajardo (hijo de Claudio X González) –a través de Hidroeléctrica Naranjal, SAPI de CV; Protama, SA de CV, y Agroetanol de Veracruz, S de RL de CV– abarcará una superficie de 93.31 hectáreas.
Contrario a lo que marca el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo respecto del derecho fundamental de los pueblos a la consulta previa, lo que aquí se sabe de la hidroeléctrica ha sido por investigación propia y de activistas ambientales.
Don Leonardo narra incluso que algunos trabajadores de la compañía privada han hecho estudios y mediciones en los terrenos sin pedir permiso a los ejidatarios. Luego, cuando son descubiertos por los dueños, han mentido sobre sus propósitos reales.
Con engaños y amenazas, desde 2007 los representantes de tres empresas de González Guajardo involucradas en este proyecto –Hidroeléctrica Naranjal, SAPI de CV; Agroetanol de Veracruz, S de RL de CV, y Protama, SA de CV– empezaron a comprar terrenos. Actualmente, la Unión de Propietarios y Comuneros del Valle de Tuxpango calcula que ya fue vendido el 50 por ciento del territorio que requiere la obra.
“Hemos platicado con algunas personas que van a ser afectadas en caso de que este proyecto se lleve a cabo. La principal inconformidad es que no les informaron nada. Ellos se enteran porque ven a personas haciendo estudios; no saben de qué se trata; preguntan, pero no les dicen. Después, gente que representa a la empresa se acerca a varias comunidades a querer comprar tierras, pero no dicen para qué”, explica el defensor de derechos humanos Hugo Guzmán Cuevas, integrante del Centro de Derechos Humanos Toaltepeyolo.
Las denuncias que ha recibido el Centro indican que el ingeniero Javier Tobías de la Rosa es quien directamente habló con varias comunidades de proyectos distintos a la hidroeléctrica, para convencer a los ejidatarios de vender sus tierras. La construcción de una cabaña ecológica, una planta trituradora de piedras, un vivero de lirios, una casa de retiro para ancianos son sólo algunos de los falsos proyectos que ofreció.
“La gente se empieza a dar cuenta de que es una persona que está mintiendo, y aumenta la desconfianza. Lo último que nos comentan es que, como ya se sabe para quién trabaja, ahora lo que hace es ofrecer más dinero. Hay gente que tiene mucha necesidad y, me imagino, que nunca ha visto cierta cantidad de dinero junta y pues acepta ceder sus derechos de posesión”, detalla Guzmán Cuevas.
Para don Leonardo, de 66 años de edad, la venta de la tierra es impensable. “El problema es que nos vamos a morir de sed, como ya ha pasado en otros lados con las hidroeléctricas. Una vez que empiecen a hacer sus cortinas, sus desviaciones del Río Blanco, el primer problema durísimo es que nos van a contaminar el agua y ya no vamos a tener nacimiento. Tenemos un río [el Metlac] muy bonito”.
Ante la falta de información y los crecientes rumores del despojo, casi de forma clandestina ejidatarios de varias comunidades que posiblemente serán afectadas formaron un frente de resistencia pacífico al que han llamado el Colectivo. Sus reuniones son para discutir los alcances de la obra, informarse y acordar las acciones que llevarán a cabo en defensa de sus tierras.
“Somos gente humilde, pero cuando ellos se quisieran poner así como rudamente, pienso que no nos vamos a dejar. Con garrotes, con piedras y con lo que sea nos podemos defender. Y de que los correteamos, los correteamos. Yo siempre pienso que mientras se pueda ir caminando noblemente podemos seguir, pero cuando veamos la definitiva, de que ellos se van a poner en un plan muy rudo, pues no los vamos a dejar. Eso es lo que yo he pensado. Quién sabe los demás compañeros”, dice don Leonardo.
—¿A dónde se iría con su familia si se hace lo de la hidroeléctrica?
—Cuando esto sucediera, le digo que a lo que nos iríamos es al pleito, porque aquí la ganamos o la perdemos, pero en la raya.
Exigen frenar proyecto
Las afectaciones que causará la hidroeléctrica privada El Naranjal son de tal magnitud que, a finales de enero pasado, el Tribunal Permanente de los Pueblos exigió la cancelación definitiva del proyecto. Esta institución –de carácter ético, internacional y no gubernamental– examina las causas de la violación de los derechos fundamentales de los pueblos, determina si han sido violados tales derechos y denuncia públicamente a los autores de dichas violaciones.
En su resolución, apunta que el proyecto El Naranjal se debe frenar “por los altos costos sociales y ambientales que generaría en un territorio indígena y campesino”. También, solicita “sancionar las prácticas de ocultamiento de información, coerción para la venta de tierras y violación al derecho de consulta de una empresa que pretende imponer el interés privado sobre los derechos individuales y colectivos de la población indígena y campesina, con el fin de generar energía eléctrica con fines de lucro”.
El Tribunal exige castigar “el comportamiento al margen de la ley y violaciones a los derechos en los que han incurrido las instituciones del Estado, como la Secretaría de Energía, la Comisión Federal de Electricidad, la Procuraduría Agraria y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. En particular esta última, por la aprobación de la manifestación de impacto ambiental cargada de ambigüedades y omisiones para favorecer la construcción y operación de presas hidroeléctricas por la iniciativa privada, sin que cumplan con la legislación ambiental y agraria ni tengan la anuencia y consenso social”.
Para el activista ambiental Francisco Rojas Palacios, integrante del Grupo Defensa Verde, Naturaleza para Siempre, “los grandes capitales entienden el desarrollo a su modo. Sin embargo, los pueblos entendemos el desarrollo desde otro punto de vista: para nosotros, nuestro crecimiento como pueblo y el tener un sustento económico no necesita de desgastar a los árboles ni contaminar nuestras fuentes de agua; no necesitamos separarnos, marcar una línea de separación entre la humanidad y la naturaleza”.
De construirse, la hidroeléctrica El Naranjal se sumaría a otros proyectos contaminantes de generación de energía que operan en la zona. En Veracruz, hay al menos 10 centrales generadoras (seis hidroeléctricas y cuatro termoeléctricas) y 34 unidades de generación de energía eléctrica (16 hidroeléctricas y 18 termoeléctricas), refieren los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, correspondientes a 2010.
La probabilidad de que el proyecto privado El Naranjal afecte a los 5 mil habitantes de la comunidad Congregación Guadalupe La Patrona es muy alta, indica doña Juanita (como la conocen en la comunidad). Sin embargo, no se tiene certeza de ello porque nadie les consultó ni les informó de los objetivos y afectaciones reales.
“Cuando se empezó a hablar de la hidroeléctrica se hablaba de [la empresa] Agroetanol de Veracruz, que era quien los mandaba. Los compañeros han investigado y la cara nadie la da. Entonces, en quién va uno a confiar. Mandan a gente que se quiere beneficiar de nosotros: ya sabemos que nos quieren hacer una compra por cuartos y las van a vender enteras. Cuánto nos ha costado a nosotros tener esas tierras para nuestros hijos y muy fácil vienen ellos a reposar”.
—¿Y si les ofrecieran más dinero?
—Pues a mí aunque me ofrecieran más dinero no cedería nada, porque tengo seis hijos y 15 nietos; lo que tiene él [su esposo] no alcanza para nada. Dónde los voy a meter. Está bien que cada quien trabaje y todo, pero no hay. Todos trabajamos para nuestros hijos.
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